JUSTICIA Y PAZ

Justicia y Paz es una organización de la Iglesia Católica, preferentemente laical, que tiene una estructura orgánica que parte de la Comisión Pontificia de Justicia y Paz del Vaticano, pasando por las Comisiones Nacionales que dependen de las respectivas Conferencias Episcopales Nacionales y se concreta en el ámbito local en las Comisiones Diocesanas erigidas por el Obispo titular de cada diócesis.
En la Diócesis de Cartagena, nuestro Obispo, Mons. José Manuel Lorca Planes, erigió la Comisión Diocesana de Justicia y Paz el pasado mes de septiembre de 2015, como foro de expertos de reflexión, estudio y divulgación del pensamiento social cristiano, en concreto de la doctrina social de la Iglesia.

sábado, 28 de mayo de 2016

EL DRAMA QUE AVERGUENZA A EUROPA



Autor: Fernando Bermúdez.
Recientemente he visitado Ceuta y la diócesis de Tánger. Doy testimonio de lo que vi y oí.  Ceuta es la frontera Norte-Sur, frontera entre el mundo rico y el mundo pobre.
En Ceuta me encontré con jóvenes subsaharianos procedentes de Camerún, Senegal, Ghana, Guinea Conakri, Mali, Nigeria y algunos de Eritrea y Sudán. Huyen de la pobreza, del hambre y de la guerra. Buscan una vida más digna en Europa. Salieron de sus países atravesando desiertos, pasando toda clase de penurias, hambre y sed, frío o calor, a veces perseguidos y golpeados por la policía de Marruecos, y aun así no pierden su alegría y esperanza. La canción y el baile forman parte de su identidad. Verdaderamente, nos dan una lección de que los problemas de la vida no nos deben quitar la alegría y la esperanza.
Estos inmigrantes residen en el Centro de Internamiento para Extranjeros –CETI- ubicado en la montaña, cerca de la frontera. Son los que lograron saltar la valla o llegar a nado a Ceuta con el propósito de pasar a la península. Sin embargo, ahí están, no solo meses sino años en espera.
Ante la avalancha de migrantes que huyen del hambre y de las guerras, España ha levantado en Ceuta y Melilla una valla de acero galvanizado de 3 metros de altura, reforzada con alambre de espino y cables cortantes, con púas encima, y su costo fue de 30 millones de euros, pagados en parte por la Unión Europea. Hay varias vallas paralelas para controlar mejor la frontera. Existen puestos alternados de vigilancia y caminos entre las vallas para el paso de vehículos de vigilancia. Cables bajo el suelo conectan una red de sensores electrónicos de ruido y movimientos. Está equipada con luces de alta intensidad, videocámaras y equipos de visión nocturna. En la actualidad, las vallas están siendo dobladas en altura, a 6 metros, bajo los auspicios del programa europeo de Frontex.
Los migrantes procedentes de los países señalados, al topar con las vallas se asientan en los bosques de las montañas cercanas a la frontera. Viven en condiciones inhumanas. Pasan hambre y sed. Muchos se enferman. Ahí están a la espera de poder saltar la valla o lanzarse al agua a nado o en pateras. La diócesis de Tánger, con un sentido humanitario, evangélico, les lleva comida, agua, mantas y plásticos para que se protejan de la lluvia, claro, a escondidas de la policía marroquí.
El pasado mes de enero fue detenido y expulsado de Marruecos el sacerdote jesuita Esteban Velázquez, miembro de la pastoral de Migración de la Diócesis, por ayudar a estos hermanos que infraviven en los montes de Gurugú.
Con frecuencia, la policía de Marruecos penetra en los bosques, como el que entra a la caza de animales, para capturar a inmigrantes subsaharianos y a los refugiados que huyen de las guerras. Estos corren y se esconden por doquier entre los árboles y matorrales.
El Arzobispo de Tánger expresaba recientemente:
“Sé que no tienen papeles, pero tienen hambre. Sé que no están autorizados a estar donde están, pero tienen derecho a buscarse un futuro para sí mismos y para sus familias. Sé que las autoridades de las naciones los consideran una amenaza, aunque la realidad es que las autoridades son una amenaza para ellos. Les llevamos alimentos, pero con frecuencia nos avisan que  la policía marroquí se los ha quitado”.
Y continúa: “¿Qué dirían ustedes de una sociedad que persiguiese a hombres, mujeres y niños vulnerables e indefensos -a los que leyes inicuas han hecho ilegales, irregulares, clandestinos-, los acosase como si fuesen alimañas, los persiguiera como si fuesen criminales, los golpease como no se permitiría hacer con los animales, y los cercase para rendirlos por hambre? Se diría que esa sociedad se había deshumanizado, corrompido, embrutecido, envilecido, degenerado”.
A los que son capturados los golpean, les atan las manos y se los llevan, según recogimos testimonios de algunos de ellos. Los suben en camiones y los conducen al desierto, en la frontera con Argelia. Pero antes, les quitan todo lo que tienen, dinero, móviles, incluso ropa, y los abandonan a su suerte. Algo cruel e indigno de seres humanos. Marruecos recibe dinero de la Unión Europea para impedir el paso de migrantes.
Aquellos que logran saltar la valla, con frecuencia, resultan con graves heridas por las cuchillas ubicadas en la alambrada.
Las ONG,s y otros organismos han hecho críticas a las vallas y a los programas contra la inmigración ilegal de la Unión Europea, el FRONTEX.  Sin embargo, los intentos de saltos en las vallas han aumentado. Los africanos no aguantan el hambre. Los que huyen de las guerra tampoco. Buscan una vida más digna y en paz. Es por eso que tratan desesperadamente ir hacia el norte. Porque ningún ser humano es ilegal en este mundo. La tierra es de Dios y todos los hombres y mujeres somos sus hijos. Ningún país puede privar a nadie de vivir con dignidad.
El 6 de febrero de 2014, alrededor de 250 subsaharianos, ante la imposibilidad de saltar la valla, se echaron al agua del Mediterráneo con el propósito de cruzar a nado la frontera, para llegar a la playa del Tarajal.
La tragedia comenzó  cuando la Guardia Civil española, al verlos llegar por mar, les lanzó pelotas de goma, botes de humo y otros materiales antidisturbios para impedir que entren en territorio español, lo que causó pánico en los inmigrantes y provocó que 15 de ellos murieran ahogados. Estos no son números. Son personas, con rostros concretos y cada uno de ellos con una historia de dolor y de esperanza. Ahí terminaron sus sueños de una vida mejor. Otros 23 fueron devueltos a las autoridades marroquíes desde la misma playa y sin acceso a ningún procedimiento formal.
Recientemente, el ministerio del interior ha condecorado a los guardias civiles que dispararon para impedir la entrada de inmigrantes. Un medio de comunicación católico calificó a estos inmigrantes de “delincuentes”. El arzobispo de Tánger dijo que si estos guardias civiles que dispararon contra los inmigrantes negros hubieran maltrataron a unos perros, seguro que habrían sido sancionados”. España, Europa, ha perdido la más elemental conciencia de la dignidad humana.
La política de la Unión Europea sobre migración es represiva. Desarrolla el libre mercado, la libre movilidad de capitales y de mercancías, pero prohíbe la movilidad de seres humanos. Nuestros gobiernos les impiden la entrada. Y los que logran cruzar  son encerrados en los Centros de Internamiento para Extranjeros, verdaderos campos de concentración, prisiones para personas que no han cometido ningún delito. Su delito es no tener papeles, “son ilegales”. Persisten, asimismo, las “devoluciones en caliente” sin averiguar si son refugiados.
Europa y Estados Unidos construyen muros cada vez más altos y alambradas con cuchillas, símbolo de la crueldad humana. Hay que defenderse de los pobres. Desde Lampadusa hasta Ceuta y Melilla para los africanos, Grecia y Turquía para los de Oriente Medio y el muro en la frontera México-USA para los latinoamericanos, son tragedias de dolor y de muerte, vergüenza de la humanidad, en palabras del papa Francisco. En el mundo hay 230 millones de inmigrantes, de los cuales 60 millones son refugiados que huyen de las guerras. La migración es un derecho contemplado en el art. 14 de la Declaración Universal de los DDHH. La persona está por encima de las leyes de las naciones.
Según Amnistía Internacional, en el año 2015 murieron ahogados en el Mediterráneo 3.711  inmigrantes y refugiados.
El sábado 6 de febrero, segundo aniversario de la muerte de los 15 subsaharianos ahogados en la playa del Tarajal, se celebró por la mañana una actividad en la Universidad de Ceuta, a la que asistimos. Hubo varias ponencias de defensores de DDHH, de Ceuta y de la península. Y por la tarde, una marcha desde la universidad hasta la playa del Tarajal, en la frontera con Marruecos. La marcha iba presidida por una gran pancarta que rezaba: “NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL”. Ocho kilómetros de recorrido. Allí se leyó un comunicado exigiendo a las autoridades españolas un cambio de política migratoria, que sea más humana y solidaria.
Queremos una España, una Europa y un mundo con los brazos abiertos. Para ello, es apremiante el cambio de las leyes de extranjería, pero sobre todo, el cambio de la conciencia de los ciudadanos del llamado primer mundo. Necesitamos tomar conciencia de que en la tierra todos somos humanos y hermanos.




lunes, 9 de mayo de 2016



Autor: Fernando Bermúdez López
Teólogo, miembro de la comisión diocesana de Justicia y Paz

Estamos sumergidos en una crisis ética global que se manifiesta en la falta de sensibilidad y de solidaridad ante el sufrimiento humano, en la corrupción de no pocos dirigentes políticos, en el hedonismo generado por la sociedad de consumo, en el egoísmo colectivo fruto del sistema, en la creciente desigualdad socioeconómica a nivel nacional y mundial, en la creciente xenofobia, en el fundamentalismo tanto religioso como político y en el uso de la violencia como medio de solución de conflictos.
España, Europa, el mundo están urgidos de una ética universal, que comprendería:
*Fidelidad a la propia conciencia.
*Búsqueda sincera de la verdad, del bien y de la convivencia fraterna.
*Desarrollo de la conciencia crítica para saber analizar y discernir la realidad.
*Promoción de la cultura de Paz y de la no-violencia.
*Tolerancia frente a todo género de dogmatismo.
*Coherencia entre lo que se piensa y dice con lo que se hace.
*Apertura al diálogo y a la escucha.
*Actitud de perdón y búsqueda de reconciliación. Rechazo a todo tipo de venganza.
*Firme oposición a las intervenciones militares y a la guerra.
*Oposición y resistencia a toda carrera armamentista.
*Opción por el diálogo y la negociación como medio de resolución de conflictos.
*Respeto sagrado a la vida: personas, animales, árboles y plantas.
*Cuidado del medio ambiente, “nuestra casa común”, en palabras del papa Francisco.
*Solidaridad, que no es sólo compartir, sino también y sobre todo, justicia social.
*Opción por los más empobrecidos, marginados y excluidos.
*Promoción y defensa de los derechos humanos, en base a la Declaración Universal.
*Vivencia y aplicación en la vida de la regla de oro de los Derechos Humanos: No hagas a los demás lo que tú no quieres que hagan contigo y haz a los demás lo que tú quieres que hagan contigo.
*Respeto a la libertad,  igualdad y  dignidad inviolable de toda persona, sin discriminación     alguna.
*Acogida solidaria de personas migrantes que huyen del hambre y de las guerras.
*Reconocimiento de que ningún ser humano es ilegal  en este mundo.
*Priorización del bien común sobre los intereses privados. 
*Orden económico justo y sustitución del actual desarrollo económico neoliberal por un desarrollo humano integral.
*Denuncia profética de todo aquello que atenta contra la dignidad humana y contra el medio ambiente.
*Estilo de vida sencillo, sobrio y austero frente al consumismo salvaje y materialista al que nos induce el sistema capitalista neoliberal.
*Transparencia y honestidad en las finanzas.
*Diálogo interreligioso y macroecuménico y búsqueda de lo que nos une. Siempre unidad en la diversidad.
*Apertura al pluralismo y respeto a la diversidad cultural, religiosa y política.
*Conciencia de que somos ciudadanos del mundo antes que de éste o aquel país.
*Identificación con los valores humanos universales de responsabilidad, honestidad, respeto, servicio, generosidad…
*Dialéctica entre cambio personal y cambio estructural.
*Compromiso activo en la realidad local con la mirada siempre puesta en lo global.
*Compromiso por revertir la globalización neoliberal por la globalización de la solidaridad.
*Coherencia política en cuanto a la opción por partidos transparentes y alternativos al capitalismo neoliberal, porque éste es la muerte de los pobres de la tierra y del ecosistema (Papa Francisco).
*Valentía para asumir la memoria histórica, para que nunca más se repitan los errores del pasado.
*Respeto de los principios clásicos de la bioética: beneficencia, no a la maleficencia, justicia distributiva y autonomía.
La ética universal despeja el camino para ir dando pasos hacia la construcción de otro mundo posible de justicia y paz, en orden a hacer de nuestra tierra un lugar de encuentro fraternal, de amor y misericordia.

La ética universal debe ser el centro de toda la actividad social y política y de toda confesión religiosa. Si una religión o un partido político no asume en su programa los valores éticos universales, perdería su razón de ser. Es ahí donde todo ciudadano debería situarse frente a la realidad social, económica, política, cultural o religiosa, y en concreto en España, frente a las próximas elecciones.

sábado, 7 de mayo de 2016

FALLECE DANIEL BERRIGAN, S.J., UN PROFETA DE LA PAZ


Autor: Fernando Bermúdez.

Un profeta de la paz se ha ido. Daniel Berrigan, sacerdote católico jesuita, activista por la paz, poeta, abnegado hermano, falleció la semana pasada a los 94 años de edad. Su pasaje de casi un siglo por esta Tierra estuvo marcado por la compasión y el amor por la humanidad, así como por un inquebrantable compromiso con la paz y la justicia. Pasó años en prisión por sus valientes acciones pacifistas contra la guerra. En cada acción de su vida llevó a la práctica el Evangelio que predicaba. Dio impulso a diversos movimientos, inspiró a millones de personas, escribió de una manera hermosa y con una ingeniosa sonrisa compartió su amor por la vida con sus familiares, amigos y con todos aquellos con quienes rezó y luchó por la paz.
Dan y su hermano Philip Berrigan, junto a otros activistas católicos, irrumpieron en un centro de reclutamiento militar en 1967 y derramaron su propia sangre sobre las citaciones de reclutamiento en alusión a la sangre derramada en la guerra. Al año siguiente, el 17 de mayo de 1968, pocas semanas después del asesinato de Martin Luther King Jr., los dos hermanos y otras siete personas se hicieron famosos por retirar citaciones de reclutamiento del centro de reclutamiento de Catonsville, en Maryland, y quemarlas con napalm de fabricación casera en el estacionamiento de las oficinas. Mientras cantaban un himno reunidos alrededor de la fogata fueron finalmente arrestados.
Dan Berrigan expresó en un comunicado emitido por el grupo antes de la acción, dado que sabían que serían arrestados: “Nuestras disculpas, buenos amigos, por quebrantar el buen orden, por quemar papeles en lugar de niños, por despertar la ira de los personeros de la muerte en la antesala del osario”. Y agregó: “No podíamos hacer otra cosa, así que ayúdanos Señor”.
Las acciones de Los Nueve de Catonsville, como se conoció al grupo, hicieron que aumentara la intensidad de las acciones contrarias a la guerra en todo el país. Algunas personas habían quemado sus fichas de reclutamiento antes que ellos, pero después de la acción de Catonsville esto se volvió una táctica emblemática y cada vez más frecuente para demostrar la oposición real y simbólica a la guerra. Dan Berrigan expresó: “Elegimos ser criminales sin poder en tiempos de poder criminal. Elegimos ser etiquetados como criminales de paz por los criminales de guerra”.
Daniel Berrigan fue sentenciado a prisión, pero antes de entregarse para cumplir su condena, pasó a la clandestinidad. A pesar de figurar en la lista de los más buscados del FBI, Berrigan aparecía repentinamente en diferentes rincones del país y pronunciaba discursos contra la guerra. Habló durante un gran acto en apoyo a Los Nueve de Catonsville en la Universidad de Cornell, donde era capellán. Luego del discurso, al verse acorralado por el FBI y la policía, Berrigan se escondió dentro de una de las marionetas gigantes de la compañía de teatro con contenido político Bread & Puppet. Disfrazado de esa manera logró salir del Barton Hall de la Universidad de Cornell y evitó ser arrestado. Finalmente, las autoridades dieron con su paradero en Block Island, frente a las costas de Rhode Island, y lo arrestaron. Una famosa fotografía capturó el momento en que dos tristes agentes del FBI que se hacían pasar por observadores de aves en la isla se llevaban esposado al sonriente padre Berrigan.
Berrigan escribió en sus memorias, tituladas “No Bars to Manhood”: “Dado que la maquinaria estadounidense no funciona bien, ni en sus mecanismos internos, ni en sus engranajes con el mundo, los hombres de bien deben tomar medidas”. Y aclaró: "Algunos de ellos han de estar dispuestos a ir a la cárcel".
En 1980, Berrigan, una vez más con su hermano Phil y otras personas, irrumpió en una planta de misiles de General Electric ubicada en King of Prussia, Pennsylvania. Allí golpearon con martillos cabezas de ojivas nucleares hasta dañarlas de modo que no pudieran ser reparadas y luego derramaron su sangre sobre las partes dañadas. Las acciones que llevaron adelante ese día dieron inicio al Movimiento Plowshares, que creció hasta convertirse en un movimiento mundial. Las acciones de Plowshares se inspiran en un versículo del libro de Isaías, del Antiguo Testamento:
“Convertirán sus espadas en arados
y sus lanzas en hoces. 
No levantará espada nación contra nación, 
y nunca más se adiestrarán para la guerra”.
La lucha por la paz de Dan Berrigan desafió al Gobierno de Estados Unidos, al Pentágono y a la jerarquía de la propia Iglesia Católica. Por ese último pecado, fue apartado de su labor eclesiástica en Estados Unidos. Su exilio incluyó viajes a América Latina y Sudáfrica, que lejos de curarlo de su compromiso con la lucha por la justicia, solo lo reafirmaron.
Vimos por última vez a Berrigan, a quien nosotros, al igual que muchos otros, llamábamos cariñosamente “Padre Dan”, hace dos años en un hogar para ancianos jesuitas de la Universidad de Fordham, en el Bronx. A los 93 años de edad, su estado era frágil pero sus ojos brillaron cuando le dimos su comida favorita: helado. Su devoción al helado y a la justicia social lo hicieron acreedor a su propio sabor de la marca de helados Ben & Jerry’s, así como al suministro vitalicio de esos helados para él y para el Movimiento del Trabajador Católico, que tanto amaba.
Daniel J. Berrigan vivió una vida fiel a su vocación y practicó literalmente lo que predicaba. Descansa en paz, Dan Berrigan, de la misma manera en que has vivido.