Autor: Fernando Bermúdez.
Un profeta de la paz se ha ido. Daniel Berrigan, sacerdote
católico jesuita, activista por la paz, poeta, abnegado hermano, falleció la
semana pasada a los 94 años de edad. Su pasaje de casi un siglo por esta Tierra
estuvo marcado por la compasión y el amor por la humanidad, así como por un
inquebrantable compromiso con la paz y la justicia. Pasó años en prisión por
sus valientes acciones pacifistas contra la guerra. En cada acción de su vida
llevó a la práctica el Evangelio que predicaba. Dio impulso a diversos
movimientos, inspiró a millones de personas, escribió de una manera hermosa y
con una ingeniosa sonrisa compartió su amor por la vida con sus familiares,
amigos y con todos aquellos con quienes rezó y luchó por la paz.
Dan y su hermano Philip Berrigan, junto a otros activistas
católicos, irrumpieron en un centro de reclutamiento militar en 1967 y
derramaron su propia sangre sobre las citaciones de reclutamiento en alusión a
la sangre derramada en la guerra. Al año siguiente, el 17 de mayo de 1968, pocas
semanas después del asesinato de Martin Luther King Jr., los dos hermanos y
otras siete personas se hicieron famosos por retirar citaciones de
reclutamiento del centro de reclutamiento de Catonsville, en Maryland, y
quemarlas con napalm de fabricación casera en el estacionamiento de las
oficinas. Mientras cantaban un himno reunidos alrededor de la fogata fueron
finalmente arrestados.
Dan Berrigan expresó en un comunicado emitido por el grupo
antes de la acción, dado que sabían que serían arrestados: “Nuestras disculpas,
buenos amigos, por quebrantar el buen orden, por quemar papeles en lugar de
niños, por despertar la ira de los personeros de la muerte en la antesala del
osario”. Y agregó: “No podíamos hacer otra cosa, así que ayúdanos Señor”.
Las acciones de Los Nueve de Catonsville, como se conoció
al grupo, hicieron que aumentara la intensidad de las acciones contrarias a la
guerra en todo el país. Algunas personas habían quemado sus fichas de
reclutamiento antes que ellos, pero después de la acción de Catonsville esto se
volvió una táctica emblemática y cada vez más frecuente para demostrar la
oposición real y simbólica a la guerra. Dan Berrigan expresó: “Elegimos ser
criminales sin poder en tiempos de poder criminal. Elegimos ser etiquetados
como criminales de paz por los criminales de guerra”.
Daniel Berrigan fue sentenciado a prisión, pero antes de
entregarse para cumplir su condena, pasó a la clandestinidad. A pesar de
figurar en la lista de los más buscados del FBI, Berrigan aparecía repentinamente en diferentes rincones
del país y pronunciaba discursos contra la guerra. Habló durante un gran acto
en apoyo a Los Nueve de Catonsville en la Universidad de Cornell, donde era
capellán. Luego del discurso, al verse acorralado por el FBI y la policía, Berrigan se escondió
dentro de una de las marionetas gigantes de la compañía de teatro con contenido
político Bread & Puppet. Disfrazado de esa manera logró salir del Barton
Hall de la Universidad de Cornell y evitó ser arrestado. Finalmente, las
autoridades dieron con su paradero en Block Island, frente a las costas de
Rhode Island, y lo arrestaron. Una famosa fotografía capturó el momento en que
dos tristes agentes del FBI que se
hacían pasar por observadores de aves en la isla se llevaban esposado al
sonriente padre Berrigan.
Berrigan escribió en sus memorias, tituladas “No Bars to
Manhood”: “Dado que la maquinaria estadounidense no funciona bien, ni en sus
mecanismos internos, ni en sus engranajes con el mundo, los hombres de bien deben
tomar medidas”. Y aclaró: "Algunos de ellos han de estar dispuestos a ir a
la cárcel".
En 1980, Berrigan, una vez más con su hermano Phil y otras
personas, irrumpió en una planta de misiles de General Electric ubicada en King
of Prussia, Pennsylvania. Allí golpearon con martillos cabezas de ojivas
nucleares hasta dañarlas de modo que no pudieran ser reparadas y luego
derramaron su sangre sobre las partes dañadas. Las acciones que llevaron
adelante ese día dieron inicio al Movimiento Plowshares, que creció hasta
convertirse en un movimiento mundial. Las acciones de Plowshares se inspiran en
un versículo del libro de Isaías, del Antiguo Testamento:
“Convertirán sus espadas en arados
y sus lanzas en hoces.
No levantará espada nación contra nación,
y nunca más se adiestrarán para la guerra”.
y sus lanzas en hoces.
No levantará espada nación contra nación,
y nunca más se adiestrarán para la guerra”.
La lucha por la paz de Dan Berrigan desafió al Gobierno de
Estados Unidos, al Pentágono y a la jerarquía de la propia Iglesia Católica.
Por ese último pecado, fue apartado de su labor eclesiástica en Estados Unidos.
Su exilio incluyó viajes a América Latina y Sudáfrica, que lejos de curarlo de
su compromiso con la lucha por la justicia, solo lo reafirmaron.
Vimos por última vez a Berrigan, a quien nosotros, al
igual que muchos otros, llamábamos cariñosamente “Padre Dan”, hace dos años en
un hogar para ancianos jesuitas de la Universidad de Fordham, en el Bronx. A
los 93 años de edad, su estado era frágil pero sus ojos brillaron cuando le
dimos su comida favorita: helado. Su devoción al helado y a la justicia social
lo hicieron acreedor a su propio sabor de la marca de helados Ben &
Jerry’s, así como al suministro vitalicio de esos helados para él y para el
Movimiento del Trabajador Católico, que tanto amaba.
Daniel J. Berrigan vivió una vida fiel a su vocación y
practicó literalmente lo que predicaba. Descansa en paz, Dan Berrigan, de la
misma manera en que has vivido.
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