Autor: Fernando Bermúdez López
Teólogo, miembro de la comisión diocesana
de Justicia y Paz
Estamos sumergidos en una crisis ética global que
se manifiesta en la falta de sensibilidad y de solidaridad ante el sufrimiento
humano, en la corrupción de no pocos dirigentes políticos, en el hedonismo
generado por la sociedad de consumo, en el egoísmo colectivo fruto del sistema,
en la creciente desigualdad socioeconómica a nivel nacional y mundial, en la
creciente xenofobia, en el fundamentalismo tanto religioso como político y en
el uso de la violencia como medio de solución de conflictos.
España, Europa, el mundo están urgidos de una ética
universal, que comprendería:
*Fidelidad a la propia conciencia.
*Búsqueda sincera de la verdad, del bien y de la
convivencia fraterna.
*Desarrollo de la conciencia crítica para saber
analizar y discernir la realidad.
*Promoción de la cultura de Paz y de la no-violencia.
*Tolerancia frente a todo género de dogmatismo.
*Coherencia entre lo que se piensa y dice con lo
que se hace.
*Apertura al diálogo y a la escucha.
*Actitud de perdón y búsqueda de reconciliación. Rechazo
a todo tipo de venganza.
*Firme oposición a las intervenciones militares y a
la guerra.
*Oposición y resistencia a toda carrera
armamentista.
*Opción por el diálogo y la negociación como medio
de resolución de conflictos.
*Respeto sagrado a la vida: personas, animales, árboles
y plantas.
*Cuidado del medio ambiente, “nuestra casa común”,
en palabras del papa Francisco.
*Solidaridad, que no es sólo compartir, sino
también y sobre todo, justicia social.
*Opción por los más empobrecidos, marginados y
excluidos.
*Promoción y defensa de los derechos humanos, en
base a la Declaración Universal.
*Vivencia y aplicación en la vida de la regla de
oro de los Derechos Humanos: No hagas a los demás lo que tú no quieres que
hagan contigo y haz a los demás lo que tú quieres que hagan contigo.
*Respeto a la libertad, igualdad y dignidad inviolable de toda persona, sin
discriminación alguna.
*Acogida solidaria de personas migrantes que huyen
del hambre y de las guerras.
*Reconocimiento de que ningún ser humano es ilegal en este mundo.
*Priorización del bien común sobre los intereses
privados.
*Orden económico justo y sustitución del actual desarrollo
económico neoliberal por un desarrollo humano integral.
*Denuncia profética de todo aquello que atenta
contra la dignidad humana y contra el medio ambiente.
*Estilo de vida sencillo, sobrio y austero frente
al consumismo
salvaje y materialista al que nos induce el sistema capitalista neoliberal.
*Transparencia y honestidad en las finanzas.
*Diálogo interreligioso y macroecuménico y búsqueda
de lo que nos une. Siempre unidad en la diversidad.
*Apertura al pluralismo y respeto a la diversidad cultural,
religiosa y política.
*Conciencia de que somos ciudadanos del mundo antes
que de éste o aquel país.
*Identificación con los valores humanos universales
de responsabilidad, honestidad, respeto, servicio, generosidad…
*Dialéctica entre cambio personal y cambio
estructural.
*Compromiso activo en la realidad local con la
mirada siempre puesta en lo global.
*Compromiso por revertir la globalización
neoliberal por la globalización de la solidaridad.
*Coherencia política en cuanto a la opción por
partidos transparentes y alternativos al capitalismo neoliberal, porque éste es
la muerte de los pobres de la tierra y del ecosistema (Papa Francisco).
*Valentía para asumir la memoria histórica, para
que nunca más se repitan los errores del pasado.
*Respeto de los principios clásicos de la bioética:
beneficencia, no a la maleficencia, justicia distributiva y autonomía.
La ética universal despeja el camino para ir dando
pasos hacia la construcción de otro mundo posible de justicia y paz, en orden a
hacer de nuestra tierra un lugar de encuentro fraternal, de amor y
misericordia.
La ética universal debe ser el
centro de toda la actividad social y política y de toda confesión religiosa. Si
una religión o un partido político no asume en su programa los valores éticos
universales, perdería su razón de ser. Es ahí donde todo ciudadano debería
situarse frente a la realidad social, económica, política, cultural o religiosa,
y en concreto en España, frente a las próximas elecciones.
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